"El Renacer de la Poesía Oral: ¿Por Qué Captura Más Corazones que la Poesía Escrita?"
La lista de festivales de poesía en España es considerablemente amplia; los micrófonos abiertos, recitales y competencias se multiplican, y cada vez más artistas se atreven a presentar sus poemas en el escenario. El público agota las entradas para disfrutar de Alejandra Martínez de Miguel en el Teatro del Barrio y casi las finaliza para escuchar a Laura Sam, Danez Smith o Berta García Faet en el Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque. Sin embargo, a pesar del auge en el interés por la poesía oral, la venta de poemarios se mantiene estancada. El barómetro de hábitos de lectura y compra de libros en España revela un panorama desalentador para la lírica: únicamente el 1,4% de los libros adquiridos en 2023 corresponde al género lírico.
Para entender el desequilibrio en el tirón entre su manifestación escrita y recitada, viajemos a los albores literarios: la poesía nació siendo oral. Gonzalo Escarpa, poeta y gestor cultural, señala que “su versión escrita es un fenómeno tardío. Salvo excepciones circunscritas al círculo de poetas y especialistas, hemos escuchado más poemas de los que hemos leído: en canciones, anuncios, refranes…”. La poesía, sentencia el poeta Antonio Gamoneda, no es literatura, una idea basada en Aristóteles que excluyó la lírica de la poética. Acompañada con una lira, cantada y sin trama, en la antigüedad se consideraba música. Mariano Peyrou reflexiona sobre este exilio en el ensayo Tensión y sentido (Taurus, 2020): al contrario de la narrativa y la tragedia, la poesía no es mimética, sino simbólica, como teoriza la filósofa Käte Hamburger.
Hay quien propone leerla en voz alta para gozarla, pero no todo poema fue gestado para el recitado: desde los visuales del griego de la escuela alejandrina Simias de Rodas hasta los caligramas de Apollinaire, los poema-objeto de André Breton, o movimientos contemporáneos como la holopoesía, que juega con proyecciones y hologramas, o la ciberpoesía, que usa técnicas como enlaces y animaciones. Todo texto que juegue con la disposición sobre la página, conforme o no un dibujo, apela a la vista. “Hay poemas que si se leen en voz alta se destruyen… y otros que no”, opina Berta García Faet, poeta y doctora en Estudios Hispánicos. “Su corazón es distinto. La poesía es hoy heterogénea y, según las corrientes, se solapa con otras manifestaciones artísticas”. Desde Mallarmé, la poesía ha oscilado entre la oralidad y la escritura: lo oral roza la performance, mientras que lo escritural encuentra parentesco con lo gráfico y la temporalidad pausada de la novela o el ensayo.